Fase II. Moderada
Etapa caracterizada por la aparición de nuevos síntomas cognitivos y la agudización de los ya existentes, un declinar en el ámbito funcional que comienza a afectar las actividades de la vida diaria, lo que lleva a una constante revisión por el cuidador. Comienzan a aparecer alteraciones psicológicas y conductuales (alucinaciones, ideas delirantes, deambulaciones errantes, trastornos del sueño….) Incrementado la vigilancia por parte del cuidador.
En esta fase nos encontramos con déficits manifiestos en las siguientes áreas:
Deterioro Cognitivo Moderado-Grave
- La persona es incapaz de recordar aspectos importantes y relevantes de su vida actual (dirección o número de teléfono, nombre de familiares próximos….)
- Desorientación con respecto al tiempo (fecha, día de la semana, estación del año…)
- Lenguaje espontáneo pobre.
- Una persona con educación formal puede tener dificultad para contar hacia atrás desde 40 de 4 en 4 o desde 20 de 2 en 2.
- Puede mantener el conocimiento sobre muchos de los hechos de más interés que le afectan a sí mismo y a otros.
- Invariablemente conoce su nombre y, en general, el nombre de su cónyuge e hijos.
- No suele requerir asistencia en el aseo ni en la comida pero puede tener alguna dificultad en la elección de la indumentaria adecuada.
Defecto Cognitivo Grave
- Actividades básicas de la vida diaria comprometidas. (ayuda para ser vestidos, incontinencia urinaria y fecal, dificultades en la higiene …).
- Escaso o nulo conocimiento de aspectos importantes de su vida actual (dirección), no recuerdan aspectos del pasado (nombre de sus padres…). Conocen su nombre. Confunden al cónyuge con su padre/madre ya fallecido, confunden la identidad de las personas. Capacidad de cálculo muy deteriorada y deterioro del habla.
- Agitación, deambulación, cambia objetos de sitio, guarda cosas en lugares inapropiados, agresión verbal y a veces física. Miedo a estar sólo.
En estos momentos el cuidador vive 24h horas al día pendiente de lo que la persona afectada hace, y necesita. Lo que provoca una gran angustia y desgaste físico y emocional. Suelen aflorar sentimientos de culpa cuando no realizan todo lo que desean, por haber regañado al enfermo, a la vez que dejan su propia vida a un lado para dedicarse en cuerpo y alma al ser querido, prescindiendo incluso de los pequeños placeres de la vida.
En este punto, cuando el paciente necesita más cuidados pueden darse dos casos:
Una agrupación familiar, dónde cada miembro adopta un rol y se reparten responsabilidades, beneficiando de este modo al enfermo y al conjunto familiar.
O por el contrario, una división de la familia, siendo dónde se suele cargar a la figura del cuidador.
No olvidemos, que según avanza esta fase, se incrementa la demanda de cuidados, apareciendo en muchas ocasiones el cansancio y el riesgo de claudicación de cuidadores.
Veamos de forma resumida algunas características de la familia llegados a este punto.
- Angustia ante el deterioro de la persona.
- Miedo al Futuro.
- Cansancio físico y psíquico.
- Establecimiento de una rutina horaria para relevar a la persona cuidadora.
- Ansiedad y sentimientos ambivalentes.
- Elaboración anticipada del duelo.
- Mayor pérdida de independencia de la persona cuidadora.
- Adaptación funcional de la desestructuración familiar.
- Decisión familiar del ingreso en residencia.
Bibliogafía: Al Lado. Itinerario de Atención Compartida Demencias/Alzheimer
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